domingo, 26 de agosto de 2012

Babka de coco… ¿bajan las temperaturas?

Después de una semana con complejo de gamba a la plancha me había hecho realmente ilusiones… sí, me había creído al hombre del tiempo; ese que lleva días anunciando un cambio en nuestra meteorología. Ayer era día de tormentas… pero en realidad no cayó ni una gota y hoy teóricamente tenía que estar más que nublado… y los termómetros deberían de haber bajado de forma considerable, pero la verdad es que no se han cumplido ninguna de las dos previsiones. Al menos no por ahora…
Pero bueno, voy a intentar centrarme en lo bueno del fin de semana y no en el hecho de que mis piernas no pasen por las puertas como consecuencia de esta horrible humedad ambiental… ¿Y qué ha sido lo positivo? Buena pregunta! La verdad es que no hemos hecho nada del otro mundo, más que tener un poco de tiempo para nosotros mismos y eso, creedme, ya vale un tesoro.
Ayer tocaba día de compras. Sí, sí, ya sé que suena horrible y más en pleno agosto, pero teníamos que ir a comprar unas cosas para mi media naranja, sí o sí. Lo habíamos retrasado todo lo posible, ya que no es algo que nos guste a ninguno de los dos, pero ya no podíamos seguir retrasándolo… además, en breve vuelve la normalidad en todo y por tanto también las aglomeraciones en las tiendas (que tanto odiamos), así que hicimos acopio de valor y nos lanzamos a un sábado de compras. ¿Sabéis qué fue lo más increíble de todo? Pues que ¡en menos de una hora ya teníamos lo que necesitábamos! Ya sabéis que al mundo en general no suele gustarle madrugar, así que a la hora de abrir ya estábamos en la puerta, por lo que tuvimos las tiendas para nosotros solos J.
Y después de vaciar un poco nuestra cuenta corriente y tras intentar pasear un poco por una Barcelona prácticamente desértica… decidimos irnos a comer a un restaurante vegetariano del que me había hablado mi sister. Mi media naranja se atrevió con un menú degustación (¡!), lo que me dejó en estado de shock.
Debo llevar unos cuatro años aproximadamente comiendo proteína vegetal y mi alma gemela nunca se había atrevido a probar ninguna de sus posibles presentaciones… hasta ayer! Sí, sí, y se lanzó de lo lindo J! Bueno, la verdad es que probó todo lo que le trajeron: sopa de pepino, hummus de remolacha con pan de pita, ensaladas variadas con aliño suave de mermelada de fresa y de romesco, fricandó de seitán, pastel de polenta con verduras, curry suave con tofu y arroz basmati, fideos yakisoba con verduras… La verdad es que fue divertido ver la cara que puso cuando probó el seitán, je, je. Por ahora ha dicho que no le apetece mucho repetir con el fricandó, pero el tofu pareció hacerle más gracia J. En cualquier caso, me encantó el momento. Por fin sabe de qué me alimento y qué es lo que lleva años viendo en nuestra nevera o incluso cocinándome, sí, sí, porque nunca se lo había comido, pero está hecho un artista como cocinero.
Y después de nuestra anécdota culinaria nos fuimos ya para casa a preparar algo rico para el desayuno del domingo. ¿Sabéis cuál fue la elección? Un babka. Hay muchas versiones de este pastel/pan dulce. Yo me decanté por una versión relacionada con la tradición judía, pero en vez de hacer un relleno de chocolate o canela aproveché para probar una receta con una pinta deliciosa que encontré en el blog “You can do it… at home”, a sort of Coconut Babka J.
El resultado es un pan suave y esponjoso con un aroma y sabor a coco… ¡delicioso! Sin duda, una receta a tener a buen recaudo. Como Sue, yo también me decanté por preparar un loaf y unos cuantos rolls que pueden regalarse individualmente. Ah, y como casi siempre que os traigo una receta, sí, puede congelarse. De hecho, puedes hacerlo justo cuando ya tienes formado el pan y en el molde (antes de meterlo al horno) con lo que tan solo tendrás que dejar que se descongele para hornearlo, o una vez ya horneado y completamente frío. Tú decides!
Ingredientes  para la esponja (receta de You can do it… at home)
7 gr levadura seca de panadería (active dried yeast)
15 gr azúcar
375 leche caliente
300 gr harina blanca panificable
Ingredientes para la masa
2 huevos a temperatura ambiente
9 gr sal
350 gr harina blanca panificable
125 gr mantequilla sin sal
50 gr azúcar
Ingredientes para el relleno de coco
70 gr mantequilla sin sal a temperatura ambiente
55 gr coco rallado
15 gr azúcar
Para pintar la masa
1 huevo
1 cucharada de leche (tbsp)

Elaboración

Lo primero que tenemos que hacer es preparar la esponja. Mezclamos el azúcar, la levadura y la harina en un bol. Añadimos la leche caliente hasta que estén todos los ingredientes bien integrados. Cubrimos el bol con un plástico y un trapo de cocina y lo dejamos descansar unos 30 minutos. Pasado este tiempo la masa habrá aumentado de volumen y estará llena de burbujas.

Ya podemos añadirle los huevos, la sal, el azúcar y la mitad de la harina a la esponja. Mezclamos hasta que estén todos los ingredientes bien integrados y añadimos la mantequilla en dos veces. Una vez estemos en este punto ya le podemos poner el resto de la harina. Amasamos bien (al principio es un poco pegajosa, pero no hace falta añadirle más harina, tan solo necesitarás un poco de paciencia) y una vez tengamos nuestra masa preparada ya podemos ponerla en un bol (que habremos untado con un poco de aceite), cubrirla con un plástico y un trapo y dejarla reposar durante aproximadamente 1h 30’,  o hasta que doble su volumen.

Aprovecha este rato para preparar el relleno. Tan solo deberás mezclar los ingredientes y reservar.

Una vez la masa ya haya doblado su volumen puedes decidir si quieres hornearla hoy o si por el contrario prefieres hornearla al día siguiente a primera hora. Ves pensándotelo J.

Pasa la masa a tu superficie de trabajo ligeramente enharinada (solo ligeramente) y desgasifícala. Divide la masa en dos. Con una de las partes prepararemos el loaf y con la otra los coconut rolls.

Coge la primera mitad y extiéndela con la ayuda de un rodillo dándole forma rectangular de unos 25x35 cm y con 1cm (aprox.) de grosor. Pon por encima la mitad del relleno que ya tendrás preparado, sin llegar al borde de la masa (deja 1 cm aprox). Una vez extendido tan solo quedará enrollar la masa dándole forma de cilindro. Cuando ya la tengas enrollada corta el cilindro por la mitad con un cuchillo bien afilado (dejándolo unido por arriba) y pon los cortes hacia arriba. Ya solo nos quedará enrollar ambas piezas juntas como si fuera una trenza. Una vez hecho ya podemos pasar con mucho cuidado nuestra masa a un molde de pan que habremos untado con un poco de aceite/mantequilla previamente, cubrirla con un plástico y un trapo y dejarla reposar unos 45-60 minutos más a temperatura ambiente (si quieres hornearla hoy mismo) o toda la noche en la nevera, si prefieres hornearla tan pronto abras el ojo. En este tiempo nuestra masa casi habrá vuelto a doblar su volumen.

Con la otra mitad de la masa podéis preparar unos rolls. El proceso será el mismo hasta que tengamos formado el cilindro. En ese punto cortaremos la masa en piezas de unos 2-3 cm de grosor y las pondremos en las cavidades de un molde para muffins debidamente engrasado previamente. Lo cubrimos con un plástico y un trapo y dejamos que vuelva casi a doblar su volumen (45-60 min a temperatura ambiente o toda la noche en la nevera).

Un rato antes de que la masa ya esté lista podemos ir precalentando el horno a 175°C.

Antes de introducir nuestra masa en el horno (loaf/rolls) la pintaremos con el huevo mezclado con la cucharada de leche. Ahora ya está preparada para hornearla durante unos 35-40 minutos el loaf y unos 25-30 los rolls. ¡Os quedará de un color dorado la mar de bonito y os dejará un aroma a coco en la cocina… tremendo! Aquí os dejo el resultado:







Et c’est tout! Espero que os animéis y que me contéis qué tal os queda J!

Enviada a YeastSpotting

domingo, 19 de agosto de 2012

Kaisersemmel… y seguimos con la ola de calor!

Pero y ¿qué esperábamos…? estamos en agosto! Y sí, ya sé que lo que voy a decir no es políticamente correcto y que la gran mayoría de la gente no estará de acuerdo conmigo, pero no me gusta el calor… lo siento. Sin lugar a dudas prefiero una y mil veces el otoño y si me apuras, incluso el invierno… pero tan solo puedo resignarme (yo y las butifarras que tengo por tobillos), así que en eso estoy.
Una de las consecuencias directas de que me esté asando como si de un pollo a la parrilla se tratase es el hecho que no hacemos escapadas para caminar a la montaña. Una cosa es madrugar y otra es salir ya de madrugada… y contando que a las 10h ya empieza a caer un sol de justicia… a ¿qué hora se supone que tendría que empezar a andar? Digamos que a una que ya no sería ni intempestiva, sino directamente una locura, así que necesitábamos un Plan B para este finde. Tanto mi media naranja como mi cámaraenmano sister se morían de ganas de visitar la Colonia Güell (la verdad es que vivimos a tan solo 15 minutos en coche y nunca nos habíamos acercado!) y por si eso no fuera ya motivo suficiente como para lanzarse a ello, se sumó el hecho de que desde principios de junio los sábados por la mañana ponen un Mercado de Payés (http://www.gastroteca.cat/ca/fitxa-agenda/mercat-de-pages-a-la-colonia-guell/). La idea nos encantó a los tres, así que cogimos las cámaras de fotos, los objetivos y la cesta de la compra y para allí que nos fuimos.
El viernes empecé a imaginarme las mil recetas diferentes que podría preparar con las frutas tan impresionantes que me iba a encontrar. Y qué decir de las mil otras cosas que quería comprar. Tenía la nevera en dique seco desde hacía una semana solo pensando en lo rico que iba a estar todo… pero sí, como ya os estáis imaginando… mi gozo en un pozo. La verdad es que había poquitas paradas y de fruta prácticamente nada de nada de nada… buaaaaaaaaaaaa! Supongo que encontrarnos en pleno agosto ha mermado un poco la participación de los agricultores, así que tendremos que esperar a septiembre para volver y finalmente hacernos una idea real del Mercado de Payés de la Colonia Güell (ya os informaré del resultado J). De todos modos, lo que sí pudimos hacer fue visitar la Iglesia y las calles de la Colonia y aunque la luz era más dura de lo que nos hubiese gustado… tanto mi sister como mi media costilla hicieron unas fotos la mar de bonitas. Aquí os dejo algunas para que os hagáis una idea:


Como también os podéis ya imaginar, finalmente no he podido traeros una apetitosa receta con fruta fresca de temporada (ya que no logré comprar nada), pero que no cunda el pánico porque siempre podemos hacer pan J!!
Ya empezaba a escasearme el pan de cereales que suelo preparar semanalmente, así que tenía que aprovisionarme y nada mejor que unos panecillos riquísimos, y aún más fáciles de hacer si cabe, como son los Kaisersemmel o Kaiser Rolls. Casan fantásticamente bien con dulce o salado, para desayunar, merendar o simplemente para acompañar nuestras comidas y lo mejor de todo es que se preparan muy rápido y, of course, se pueden congelar. Además, como no necesitan prefermento, puedes iluminarte tan tarde como quieras que siempre estás a tiempo de ponerte manos a la obra.
Como veréis se trata de una masa sin demasiada hidratación por lo que no os dará problemas a la hora de amasarla. Aquí os dejo la receta.
Ingredientes (receta de Weekend Bakery)
500 gr harina panificable
8 gr sal
7 gr levadura seca (instant active yeast)
160 gr de agua
150 gr de leche semidesnatada
1 cucharadita (tsp) de café de miel
Elaboración
Mezcla en un bol grande la harina y la sal. A continuación añade la levadura, el agua, la leche y la miel. Tan pronto como tengas los ingredientes integrados ya puedes pasar la masa a tu zona de trabajo para empezar a amasarla. Te llevará unos 12-15 minutos tener la masa lista. Una vez el amasado ya esté acabado es hora de pasar la masa a un bol ligeramente untado de aceite donde la dejaremos reposar durante un par de horas tapada con un plástico y con un trapo.
Pasado ese tiempo (la masa habrá doblado su volumen) ya podemos volcarla ayudándonos de una rasqueta sobre la superficie de trabajo esta vez ligeramente enharinada. Ahora toca dividir la masa en pequeñas porciones. En mi caso las hice de unos 70 gr aproximadamente cada una. Dales forma de bola y déjalas descansar tapadas con un plástico durante unos 10 minutos (para que se relajen un poco).
Mientras se relajan es momento de ir precalentando el horno a 220°C.
Si tienes un Kaiser Roll Stamp es hora de usarlo sobre cada una de las bolitas que has formado (http://www.youtube.com/watch?v=bNY7ESjCQFo), si como es mi caso, no lo tienes siempre puedes darles forma siguiendo el método tradicional J; es decir, coges una de las bolitas y la aplanas un poco. Le das forma de cilindro presionando ligeramente mientras lo vas formando de cara a darle más fuerza a la masa. Una vez tienes el cilindro tan solo quedará formar un nudo y ya tendrás tu Kaiser Roll formado. Sí, lo sé, suena un poco abstracto… así que mejor te dejo un link que tal vez pueda ayudarte más: http://www.youtube.com/watch?v=tU9I1nYS60E&feature=related.
Una vez tengas formados los panecillos cúbrelos con un plástico y un paño y déjalos reposar durante una hora aproximadamente (50-60 minutos).
Pasado ese tiempo y con el horno caliente ya solo nos queda decidir si queremos decorarlos con algunas semillas o si queremos dejarlos blanquitos… esta vez me he decantado por mojarlos con un poquito de agua y por ponerles unas semillas de amapola, lino y sésamo para que tuvieran un punto de color.
Ya solo nos queda meterlos en el horno y hornearlos con vapor durante unos 20 minutos. Cuando ya estén en su punto será el momento de dejarlos enfriar encima de una rejilla para poder disfrutarlos en un ratín J. Y este es el resultado:



Et c’est tout! Son muy, pero que muy fáciles, así que no tenéis excusa para no animaros. Ya me diréis qué tal os quedan.
Enviada a YeastSpotting

domingo, 12 de agosto de 2012

Pastissets de Menorca… y panecillos de leche con sobrasada!

Se acabaron las vacaciones y si he de seros del todo sincera el pasar lo que queda de agosto encerrada en el despacho me tiene un pelín turbada… (por decirlo finamente).
En cualquier caso, y antes de seguir lamentándome por el hecho de volver a la realidad, mejor os cuento un poco el porqué se hace tan dura la vuelta este año. Pues porque mi media naranja y yo nos hemos pasado tres semanas totalmente desconectados del mundo y eso es prácticamente imborrable (cosa que ayuda mucho de cara a afrontar un nuevo año lleno de miles de retos por superar J).
Seguro que os acordáis de mis largas caminatas domingueras por caminos de Collserola o de Monistrol, ¿verdad? Pues en eso han consistido las dos primeras semanas de nuestras vacaciones, pero en lugar de ser cerquita de casa nos hemos ido a Asturias y a Galicia. Hace unos años nos animamos a hacer el Camino de Santiago y el Camino Francés fue nuestra elección. Que queríamos volver a vivir la experiencia ambos lo sabíamos, pero asimismo teníamos claro que nos gustaría probar otra ruta, a poder ser, menos concurrida y ¡lo hemos logrado! Esta vez elegimos el Camino Primitivo y os aseguro que no podríamos haber hecho una elección mejor. En el 2010 hicimos el Camino a Covadonga y nos quedó claro que cualquier otra ruta que pasase por Asturias nos iba a encantar, así que este año nos hemos animado a hacer esta  variante mucho menos conocida (por suerte para nosotros) y por tanto con muchísima menos gente. Aproximadamente solo un 3% de la gente que se lanza a hacer el Camino elige esta ruta y, creedme, eso es algo que hace que sea auténticamente mágico el caminar por sus senderos llenos de vegetación.




Para no perder la costumbre salíamos a caminar temprano para intentar evitar el calor, sobre las 5:30h, así que también pudimos disfrutar de las brumas matinales y de increíbles amaneceres en medio de la “nada”…




¡No hay un lugar mejor donde perderse!

Y tras más de 300 km finalmente llegamos a Santiago, una de las ciudades más bonitas no solo de Galicia, sino de toda España. Los peregrinos llenando cada rincón con sus mochilas y sus bordones le dan a Santiago un encanto especial solo superado por sus calles empedradas, su magnífica Catedral y su Mercado de Abastos. 



Como podéis comprobar soy una auténtica enamorada de este rincón del mundo. A mi modo de ver es, sin duda, otro pedazo de cielo del que podemos (y hemos) de disfrutar! Ah! Y antes de emprender el regreso a casa no os olvidéis de pasar por la Frutería Victoria (C/ Hórreo 55)  donde venden las mejores (realmente impresionantes) empanadas de Santiago J, ñam, ñam! ¡¡Lo que cuesta es elegir de qué las quieres!! De zamburiñas, mejillones, bonito con pasas, zorza… manzana…
Pero finalmente tocaba volver a casa, así que cogimos nuestras mochilas (y nuestras empanadas que perfumaron tooooodoooo el avión J) y de vuelta a Barcelona…, je, je, pero solo por unas horas, porque todavía tenía canguro para otra semana, así que nos cogimos el coche y nos escapamos unos días a nuestro otro rincón preferido del mundo: Menorca. Desde que la pisamos por primera vez hace ya nueve años que nos quedamos totalmente enamorados y eso viniendo de alguien a quien no le gusta especialmente la playa os aseguro que es un gran logro. Días de descanso para el alma y para nuestros cuerpos que empezaban a necesitarlo después del achuchón que les habíamos dado.



Un apartamentito apartado del mundo, un par de calas alejadas del ruido y de las masas de turistas, un buen libro y el amor de tu vida al lado y la realidad se torna un auténtico sueño J! Pero también de los sueños hay que despertar (aunque sobre eso tengo que seguir reflexionando porque estoy segura de que hay alguna forma de acercar más los sueños a la realidad… si encuentro la manera os prometo daros la fórmula!) así que cogimos nuestro cochecito con nuestros trastos y nos volvimos a Barcelona a achicharrarnos un poco más J!
Y entre lavadora y lavadora (como no podía ser de otra manera) y a fin de intentar hacer el regreso un poco menos duro… he encendido el horno. Sí, sí, ya lo sé, tal vez sea un poco locura con el calor que hace, pero con un buen tazón de té y el ventilador como compañero (no consigo acostumbrarme al aire acondicionado…) no hay nada que sea insoportable. La duda era si hacer una Tarta de Santiago o unos Pastissets de Menorca… y finalmente han ganado estos últimos. A mi media naranja le encantan y como los hago más pequeñitos que los originales se los mete en un mini tupper y se los lleva al trabajo para merendar J. Ah, y aprovechando que me he traído un poquito de sobrasada… también he preparado unos panecillos de leche con ella, je, je, así la añoranza no será tanta J. Bueno, ahí os dejo las recetas.
Pastissets de Menorca



Ingredientes
400 gr de harina
200 gr de azúcar
3 yemas de huevo
200 gr de manteca de cerdo
Ralladura de limón (opcional)
Azúcar glas para decorar
Elaboración
Precalentar el horno a 180°C.
Estas galletas son extremadamente fáciles de preparar. Tan solo has de coger un bol y mezclar en él el azúcar con las yemas, la harina, la ralladura del limón (si te decides a usarla) y la manteca de cerdo. Una vez estén todos los ingredientes bien integrados ya será la hora de estirar la masa con un rodillo dejándola de un medio centímetro de grosor. Con un cortapastas de forma de flor iremos cortando las galletas y las iremos poniendo sobre la bandeja del horno, que tendremos forrada con papel de cocina. Ahora tan solo nos queda hornear nuestras galletas entre 8 y 10 minutos (deben quedarnos no muy tostadas).
Las dejamos enfriar en una rejilla y las espolvoreamos con abundante azúcar glas.
Este es el resultado:


En cuanto a los panecillos de leche con sobrasada son los mismos que preparé para el Brunch del Día de la Madre. Por si acaso, os refresco la memoria.
Panecillos de leche con sobrasada (receta de los panecillos de La receta de la felicidad)



Ingredientes
500 g de harina de fuerza
25 g de levadura fresca de panadería
250 ml de leche
70 g de mantequilla, en pomada
40 g de azúcar
1 huevo
2 cucharadas de miel
1 pizca de sal

Elaboración
Cogemos un bol y mezclamos la harina con la levadura. Luego añadimos el huevo, la leche, el azúcar, la miel y la sal y vamos mezclando. Después añadimos la mantequilla y nos ponemos a amasar hasta que nos quede una masa suave, elástica y un poco brillante.
Le damos forma de bola y la volvemos a meter en el bol ligeramente engrasado. La tapamos con un plástico y con un trapo de cocina y la dejamos levar un par de horas (veréis que en este tiempo doblará su volumen).
Una vez ya esté lista la volvemos a sacar del bol y la amasamos ligeramente para desgasificar la masa. Tras unos segundos ya será la hora de dividir la masa en porciones (unas 16, pero siempre dependiendo de si os gustan más o menos grandes). Estiramos cada una de las porciones, les ponemos un poco de sobrasada dentro y formamos los rollitos. Cuando estén listos ya los podemos pintar  con un poco de leche y los dejaremos sobre la bandeja del horno, previamente forrada, durante unos 20 minutos aproximadamente. Aprovechamos para ir precalentando el horno a 180°C.
Pasado este último reposo ya podemos meterlos en el horno durante unos 10-12 minutos (no deben tostarse mucho). Y a enfriar durante un ratín encima de una rejilla. Lo mejor de todo es que quedan muy tiernos y esponjosos y además se pueden congelar, así que siempre puedes tener algunos por si se presenta alguna visita inesperada (o por si tienes algún que otro antojo…). Ah, y si te animas, también puedes rellenarlos de crema de chocolate… una auténtica perdición… Este es el resultado:



Et c’est tout! Espero que os hayan gustado y que os animéis a probarlas!

Enviada a YeastSpotting