domingo, 4 de noviembre de 2012

Pan de calabacín y zanahoria

¡¡Ya estamos de vuelta!! Sí, finalmente se nos acabaron las mini vacaciones por el Norte y tenemos que volver a la realidad… una lástima…, pero nos hemos quedado prendados de los sitios que hemos visitado y de la gente que nos hemos encontrado por el camino.
Todo fue muy precipitado. A mi media naranja todavía le quedaban días de vacaciones, así que decidimos montar una escapadita. Lo difícil era organizarlo, ya que nos pasamos el día fuera de casa haciendo mil cosas… por suerte, mi alma gemela encontró el momento para reservar los hoteles y para preparar la ruta (de la que me enteré conforme iba conduciendo J). La primera parada era Tudela, donde llegamos con un sol espléndido. Estuvimos paseando por sus calles durante un buen rato antes de volver a subirnos al coche para dirigirnos a Logroño. ¿Habéis estado alguna vez? A nosotros nos encantó! Después de pasear por todo el casco antiguo, de acercarnos a las bodegas de Marqués de Riscal, y de pasar allí la noche (menuda helada que cayó durante la madrugada!), enfilamos para Olite, donde paramos para visitar sus calles medievales y su Palacio.

Y luego, para Pamplona. Allí también pasamos otro día, y su correspondiente noche, y al día siguiente nos dirigimos hacia Vitoria. De camino, aprovechamos para visitar Puente la Reina, sus calles estrechas y su puente románico, y Santa María de Eunate, una de las iglesias más bonitas y curiosas que hayamos visto. Es una construcción del siglo XII de planta octogonal que se alza, solitaria, en medio de un llano. Es diferente a cualquier otro templo que haya visto y la verdad es que vale la pena su visita.

Vitoria, para no perder ya la costumbre, nos encantó. Su casco antiguo parece sacado de otra época… estuvimos en un hotelito justo en el centro, así que no podíamos estar mejor. Al día siguiente llegó Bilbao. Creo que es lo que más me ha gustado de todo lo que hemos visto, aunque, para ser sincera, no sé si fue por la propia ciudad o por una exposición impresionante de Egon Schiele que había en el Guggenheim... ¡Os la recomiendo encarecidamente! Se han traído muchísimas de las obras que habitualmente residen en el Albertina de Viena por lo que, si os gusta este pintor, no os la podéis perder. Cuando salimos del Museo ya había caído la tarde y era hora de cenar, así que aprovechamos para acercarnos a sus calles llenas de bares y para degustar sus míticos pinchos, acompañados de alguna que otra copa de Txakolí J!

Al día siguiente una niebla espesa nos hizo la salida de Bilbao mucho más… excitante (novata, aún con la L, envuelta en una niebla espesa… ¿os imagináis el resultado? La parte positiva es que pude probar las luces antiniebla de mi coche y sí, funcionan perfectamente J).
Ya se estaba acercando el final del viaje… pero todavía nos quedaban unos días. Pasamos por Zarautz donde aprovechamos para hacer un alto en el camino y para tomarnos un café y un bizcochito de avellanas. Dimos un paseo por sus calles y por su impresionante playa y volvimos al coche para finalmente llegar a San Sebastián… donde, después de llevar toda la semana esquivando al mal tiempo, ¡¡nos diluvió!! 



Dimos un paseo, paraguas en mano, y nos paramos a comer en un bar en la Plaza de la Constitución. La lluvia no arremetió, así que nuestra visita fue pasada por agua y, aunque no es lo mismo, la playa de la Concha sigue siendo una belleza, con agua o sin ella…
Pero después de varios días y de más kilómetros tocaba volver a casa, y, si os he de ser sincera, la verdad es que echaba de menos a mis gatas, charlar un buen rato con mi sister y disfrutar de mi casa y de mi horno J. Bajé a la frutería y cargué mi nevera hasta los topes con frutas y verduras, revisé mi nivel de harinas y, sí, ya tenía todos los ingredientes necesarios para hornear un poco de pan para el desayuno de hoy. Me apetecía preparar algo diferente y mi sister ya me había pedido hace días un pan de calabacín y zanahoria que habíamos visto en el libro Pan de Linda Collister, así que con unas ganas tremendas de probar algo nuevo me puse manos a la obra. El resultado es un pan con cierta humedad en su miga, muy blandito, suave y esponjoso. Perfecto para tostarlo en el desayuno y acompañarlo de algo ligero… tal vez un poco de queso fresco o una loncha de pavo braseado… o si eres como yo, te bastará con una pizca de sal gordita y un buen aceite de oliva virgen extra… ummmm ¡delicioso! Aquí os dejo la receta por si os apetece probarlo.
Ingredientes (receta del libro Pan de Linda Collister, para 2 loafs)
500 gr calabacín sin pelar rallado
1 ½ cucharadas (tbsp) sal marina
200 gr zanahorias peladas y ralladas
350 gr harina de fuerza
350 gr harina integral molida a la piedra
15 gr levadura fresca (yo no tenía así que lo sustituí por 7gr de levadura seca)
350 gr agua tibia
2 moldes de pan de 900 gr cada uno, debidamente engrasados
Elaboración
Lo primero que tenemos que hacer es rallar los calabacines y dejarlos reposar en un colador durante unos 20 minutos mezclados con una cucharada de sal. Pasado ese tiempo iremos cogiendo puñados de calabacín y los iremos exprimiendo para quitarle el exceso de agua.
Por otro lado, ya puedes mezclar las harinas con la levadura seca, la sal restante y las zanahorias ralladas. Una vez bien mezclado todo le iremos añadiendo el calabacín. Una vez estén los ingredientes integrados iremos incorporando el agua hasta que tengamos una masa ligeramente blanda. Como siempre, lo ideal es ir incorporando el agua poco a poco para ver cuánta es capaz de absorber tu harina, pero si, por el contrario, se la has puesto toda directamente, siempre puedes tener a mano una cucharada extra de harina por si te hiciese falta. Si en lugar de levadura seca has utilizado fresca el proceso varía ligeramente. Lo único diferente sería que desmenuzaríamos la levadura en un poco de agua y removeríamos hasta que estuviese totalmente desleída. Una vez ya la tuviésemos la verteríamos sobre la mezcla de las harinas y hortalizas e iríamos añadiendo el resto del agua poco a poco, hasta obtener una masa ligeramente blanda e irregular. 

En este punto ya podemos pasar nuestra masa a la superficie de trabajo donde la amasaremos hasta que nos haya quedado muy fina y flexible.
Cuando la masa ya esté en su punto la pasaremos a un bol ligeramente engrasado con aceite de oliva y la taparemos con papel film y un trapo. La dejaremos levar 1h 30-2h, dependiendo de la temperatura de nuestra cocina o hasta que haya doblado su volumen.
Pasado ese tiempo la volcaremos, ayudándonos de una rasqueta, sobre nuestra superficie de trabajo ligeramente enharinada. Es momento de desgasificarla un poco y de dividirla en dos para formar nuestros panes. Cogeremos una de las porciones y la aplastaremos un poco dándole una forma cuadrada. Iremos a uno de los laterales y lo llevaremos al medio. Luego cogeremos el lateral contrario y también lo llevaremos al medio. Ahora tendremos una forma rectangular. Desde uno de los lados cortos empezaremos a enrollar nuestra masa para darle una forma cilíndrica. Cuando ya tengamos nuestro cilindro preparado lo meteremos en el molde debidamente engrasado y repetiremos la misma operación con la otra porción de masa.
Cubre los moldes con un plástico (o directamente mételos en una bolsa de plástico) y deja reposar la masa durante aproximadamente 1 hora, o hasta que nuevamente haya doblado su volumen.   
Es momento de ir precalentando tu horno a 220°C.
Cuando la masa ya haya subido lo suficiente pincela la superficie de los panes levados con aceite e introdúcelos en el horno. Hornea durante aproximadamente unos 35 minutos. Si ves que se doran demasiado cúbrelos con un poco de papel de aluminio. Cuando ya estén listos tan solo te quedará desmoldarlos y dejarlos enfriar sobre una rejilla.



Mi recomendación es que los cortes en rebanadas y tuestes ligeramente conforme os apetezcan. Como la miga tiene un punto de humedad muy interesante durará perfectamente unos 4 días (aproximadamente). La parte menos positiva de este pan es que no lleva muy bien eso de que lo congelen… pero si veis que es demasiada cantidad siempre podéis dividir la receta y preparar solo un loaf en lugar de dos. ¡¡A mí ya me ha desaparecido!! Aquí tenéis el resultado:




Et c’est tout!! ¿Os animáis?




Enviada a YeastSpotting

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